
China me enseñó que soy muy afortunada de haber nacido en México. Mi país es amigo de todos, y esa es una carta de presentación poderosa. Pero China me enseñó otra cosa: que hay una fuerza en la unión, una disciplina que, aunque parte de la obediencia, logra resultados que transforman un país entero.
Lo que más me impactó fue cómo logran conservar sus tradiciones en medio de un entorno que cambia a pasos agigantados.
Conocí historias como la de un mexicano que fue invitado a casa de un amigo chino: antes de conocer a la familia, le pidieron que se bañara. El razonamiento era hermoso: no puedes abrazar a tu madre con la suciedad del mundo encima.
Cuando regresé a casa y compartí mi experiencia, lo hice con emoción. Pero me miraban raro. Así aprendí a guardar mis pensamientos como un tesoro.
China no solo me dejó recuerdos: me dejó preguntas.
Y esa es la mejor manera de viajar: cuando lo que viste se te queda, no como una foto, sino como una semilla.
China es más que dragones rojos y mercados atiborrados.
Es una potencia que crece hacia adentro, hacia el alma colectiva. Me hablaban de Xi Jinping como quien habla de un padre severo, pero justo.
Y aunque yo no comprendo su idioma, pude entender los gestos, las intenciones, el orden con el que todo se movía.
Vi pobreza, sí. Pero también vi dignidad. Y eso es lo que nunca se nos debe olvidar cuando hablamos de un país que Occidente insiste en mirar con los lentes rotos del prejuicio.
Cinco versiones distintas de un mismo país me caben en el corazón. Desde los templos escondidos en la niebla hasta los rascacielos que compiten con los sueños.
China no se deja abarcar. Y por eso, tal vez, siempre quiero volver.
¿Por qué tantos capítulos sobre China?
Este blog no pretende tener una entrada por país ni resumir el mundo en postales. Algunas historias se alargan porque lo vivido no cabe en una sola página. China es una de ellas.
La he visitado varias veces a lo largo de casi dos décadas, y cada vez he encontrado un país distinto.
Aquí encontrarás una serie de entradas que forman una sola mirada en fragmentos: recuerdos, encuentros, reflexiones.
No todos los países tendrán esta extensión. Pero China se lo ganó. Porque es más que un destino: es un espejo que te exige mirar más allá.
Debajo de esta introducción, te dejo los enlaces a cada capítulo. Puedes leerlos en orden o perderte donde quieras. Porque así fue mi experiencia también: un mapa que se dibujó mientras caminaba.