
Volví a México con la emoción tatuada en la piel.
Hablaba de China con la misma pasión con la que aún hablo hoy. Y la gente… me miraba raro. No lo entendían.
Asentían. Escuchaban. Sonreían con educación.
Pero no vibraban conmigo.
Aprendí algo muy doloroso —y muy valioso— en esa primera Navidad después del viaje:
No todo lo que te emociona se puede compartir.
No porque la gente sea mala.
Sino porque no lo vivieron contigo.
Y aprendí a no imponerles mis descubrimientos.
Guardé muchas historias para mí.
Y las que conté… solo las conté una vez.
A mi familia sí se las impuse. Les conté todo. Las calles, los trenes, el guía, las anécdotas, la comida.
Y aunque me miraban con cara de “OK”, hubo algo que sí compartimos:
Cada vez que salía en las noticias un nuevo avance,
cada vez que China volvía a sorprender al mundo,
yo decía, “Jinping tenía razón.” Y en ese momento, sí me escuchaban distinto.
Porque yo ya lo sabía, aunque no lo hubiera creído del todo.
Tenía esa sensación de haber atestiguado algo que el resto del mundo aún no entendía.
Y me encanta cuando me equivoco así.
Me encanta cuando alguien logra algo que parecía imposible.
Me encanta que me callen la boca con grandeza.
Llevar a 1,300 millones de personas de la pobreza extrema a ser potencia mundial…
Eso no se ve todos los días.
Y cuando pasa, me emociona hasta la médula.
¿Me sentí comprendida?
No del todo.
¿Me sentí juzgada?
Tampoco.
Solo me sentí sola en mi emoción.
Y eso, con los años, dejó de doler.
¿Hay algo que siento que aún no he logrado transmitir?
Sí. Esa fuerza. Esa potencia que nace del propósito común.
Pero no de una democracia emocional ni de acuerdos colectivos.
No. Lo que yo vi en China fue otra cosa:
Una fuerza que nace de la obediencia.
De decir: “No sé a dónde vas… pero te voy a seguir.”
No sé si fue por confianza, por miedo, por hartazgo o por resignación. No sé si fue ceguera o intuición. Pero siguieron. Y ese acto, que en Occidente cuesta tanto entender, cambió su historia.
Y yo, desde la distancia y desde el corazón, soy la más feliz por eso.
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