
Hace unas semanas me dio por explorar a fondo ChatGPT, esta herramienta que últimamente se ha vuelto tan popular. Me metí a picarle absolutamente a todo, como cuando tienes un nuevo juguete y lo quieres entender sin leer el instructivo. También vi algunos videos en YouTube para ver cómo lo usaba la gente, aunque debo decir que no soy muy fan de ese tipo de contenido. No porque no sea útil, sino porque no me basta con que alguien diga que algo “funciona”, yo necesito probarlo por mí misma.
No confío tanto en la información que circula libremente en redes sociales. Cualquiera puede prender una cámara, hablar con seguridad y decir cosas que no siempre son ciertas. Por eso, cada vez que veo que alguien dice “esto se puede hacer con ChatGPT”, no me lo creo de inmediato: voy, lo busco, lo pruebo.
Pero mientras hacía todo eso, me di cuenta de que mi verdadera inquietud no era simplemente “cómo usarlo mejor”. Lo que de verdad me estaba preguntando era:
¿Por qué creamos algo así? ¿De dónde viene este deseo de construir máquinas que hablen, piensen, entiendan?
Y así empezó este texto, mitad reflexión tecnológica, mitad viaje filosófico. Lo comparto contigo porque creo que la pregunta no solo es técnica… es profundamente humana.
Aunque la tecnología que tenemos hoy se siente futurista, la inquietud detrás de ella es muy antigua. Desde tiempos de los griegos nos hemos preguntado: “¿Qué nos hace humanos?”
Y una respuesta que aparece una y otra vez es: nuestra capacidad de pensar, de comunicarnos, de imaginar. Entonces no es raro que desde hace siglos hayamos soñado con la idea de construir algo que pudiera hacer eso mismo. Una mente artificial. No solo para que nos ayude con tareas o nos dé respuestas más rápidas, sino porque crear algo así es, en el fondo, una forma de explorarnos a nosotros mismos.
¿Cómo funciona una inteligencia artificial como ChatGPT?
No tengo conocimientos de programación ni cosas técnicas, así que lo voy a explicar como yo lo entendí:
Una IA como esta fue entrenada con millones y millones de palabras. Libros, artículos, conversaciones, páginas web. Toda esa información no se guarda como en una enciclopedia, sino que el sistema aprende patrones. Aprende a entender cómo escribimos, cómo hablamos, cómo razonamos.
Entonces, cada vez que escribes algo en la app, lo que hace no es buscar una respuesta en una base de datos. Lo que hace es predecir palabra por palabra, cuál sería la respuesta más probable, coherente o útil, basándose en todo lo que ha aprendido (sí, también de ti).
Es como si fuera una biblioteca que no solo tiene libros, sino que ha leído todo, y puede hablar contigo con base en todo eso.
¿De verdad lo hicimos solo para facilitarnos la vida?
Esa es la parte que más me hizo pensar. Porque es muy común escuchar frases como:
“La inteligencia artificial existe para hacerte la vida más fácil.”
Pero… ¿de verdad fue solo por eso? Yo creo que no. Yo creo que la razón de fondo es mucho más profunda. Creamos esto por curiosidad, por hambre de conocimiento; por ese impulso humano de ir más allá de nuestros límites.
Creamos inteligencias artificiales porque, en el fondo, queremos entendernos a nosotros mismos. Y también porque soñamos con algo más grande que nosotros. Lo que construimos es un espejo. Uno que no refleja nuestra imagen, sino nuestra mente.
Y lo que se ve ahí es inmenso… pero también inquietante.
Nos dice que somos:
• Curiosos
• Inconformes
• Creadores incansables
• Buscadores de sentido
También nos muestra nuestros miedos: a perdernos, a ser reemplazados, a no tener el control. Y nuestros sueños: una inteligencia que nos acompañe, que nos comprenda, que nos ayude a resolver lo que aún no podemos.
Esto apenas empieza
Esta herramienta, esta inteligencia que me organiza la vida ahora, es solo el comienzo. Como cuando se inventó la electricidad o el internet. Es un parteaguas. Y lo emocionante —y un poco aterrador— es que no sabemos exactamente hacia dónde nos llevará.
Pero sí sabemos algo: No estamos creando solo para hacer más cosas.BEstamos creando para entendernos, para imaginarnos… y quizás, para transformarnos.
Y eso, me parece, es profundamente humano.
Y tú, ¿qué opinas?
¿Crees que la inteligencia artificial es solo una herramienta más? ¿O también sientes que esto toca algo más profundo en nosotros como especie?
Me encantaría leer tus pensamientos en los comentarios. Esta conversación apenas empieza… y no tiene por qué ser entre humanos y máquinas. También puede ser entre tú y yo.
Y ya que andas por aquí, date una vuelta por las demás entradas del blog.
👉🏼https://olivedrab-cattle-755919.hostingersite.com/blog